Profundo pesar causó el fallecimiento del ex presidente Fernando de la Rúa en el ámbito político y en la sociedad en general. Dirigente radical de larga trayectoria y un reconocido abogado.

Egresado del Liceo Militar General Paz de Córdoba y abogado recibido con honores en la Universidad Nacional de esa provincia, arrancó su carrera política como asesor de Juan Palmero -ministro del Interior en el gobierno de Arturo Illia- y en 1973 se impuso en las elecciones a senador por la Capital. Ese mismo año fue candidato a vicepresidente de Ricardo Balbín.

Durante la dictadura trabajó como abogado de Bunge & Born y en 1983 perdió la interna para presidente con Raúl Alfonsín. En ese mismo turno electoral, ya como candidato a senador nacional, se impuso a Carlos Ruckauf y volvió a ocupar una banca en la Cámara alta. Luego fue diputado nacional en 1991 -presidió el bloque de la UCR- y en 1993 volvió al Senado tras su triunfo ante Avelino Porto, que lo dejó perfilado para convertirse años más tarde en el primer jefe de Gobierno electo de la Ciudad, tras la reforma constitucional de 1994.

En 1999 llegaría a la Casa Rosada, después de vencer en la interna de la Alianza a Graciela Fernández Meijide y a Eduardo Duhalde en las presidenciales del 24 de octubre. “Dicen que soy aburrido…”, quedó grabada una de las consignas de aquella campaña, con el propósito de contrastar con la frivolidad de Carlos Menem. Las medidas de ajuste deterioraron con rapidez su gobierno, se agravó la crisis económica y en diciembre de 2001 renunció en medio de un estallido social y luego de una represión con 27 muertos.

Fue procesado por esa represión en el final de su mandato, por el presunto pago de sobornos a legisladores para aprobar la Reforma Laboral en 2000 y por el llamado megacanje con Domingo Cavallo y otros funcionarios, entre otras causas judiciales.

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