Edmundo Leonel Rivero nació el 8 de junio de 1911 en Valentín Alsina, al sur del Gran Buenos Aires, y creció en el barrio de Saavedra. Desde muy pequeño se sintió atraído por la guitarra y, a los 18 años, ya era un guitarrista muy conocido en la zona.

Comenzó a frecuentar bodegones y bares hasta llegar a estudiar canto y guitarra clásica en el Conservatorio Nacional de Música. Mientas tanto, acompañaba a grandes cantantes, como la recordada Nelly Omar, Agustín Magaldi y Francisco Amor, entre otros.

Actor de cine, un gran deseo hecho realidad

“Considero que entre un intérprete de tangos y un actor no existe ninguna diferencia. Cuando yo canto Amablemente o Sur, por ejemplo, estoy diciendo de una manera especial la letra que escribió un autor. En ese sentido entiendo que hay diferencias entre un actor y un cantante. Yo, cuando interpreto me posesiono del tema y lo cuento, cantándolo”, Edmundo Rivero en Revista Siete Días Ilustrados.

Edmundo Rivero incursionó en el mundo del cine. Las películas que lo tuvieron en su elenco como actor o intérprete musical fueron:

  • El Cielo en las Manos, director Enrique de Thomas, 1950

Afiche película «El cielo en sus manos»

  • Pelota de Cuero (Historia de una pasión) (1963) (Director Armando Bo)

Edmundo Rivero e Isabel Sarli en el film La diosa impura Imagen IMDP

  • Buenos Aires, verano de 1912, director Oscar Kantor, 1966
El tango en su particular voz

Su carrera como cantor de tango se inició con José de Caro. Luego integró las orquestas de Julio de Caro, Emilio Orlando y Humberto Canaro. Fue en las agrupaciones de Horacio Salgán y Aníbal Troilo donde impuso su registro de bajo y su estilo aporteñado.

La música de Salgán y sus orquestaciones eran revolucionarias para la época, a las que se sumaba la voz de bajo de Edmundo Rivero, algo inaudito en un tiempo donde todos los cantores de tango exhibían registro de tenor. El público terminó por elegir a Rivero, a pesar de la negativa de los empresarios. En 1947, Aníbal Troilo le propuso ingresar a su orquesta en reemplazo de Alberto Marino, donde permaneció hasta 1950 interpretando temas inolvidables como Sur y El último organito.

Su voz se imponía manteniendo el tono bajo y profundizando su relación con el lunfardo y el tango pícaro.

En el año 1953 comienza su despegue: giras por el interior e importantes presentaciones en radio y televisión. En 1959 actúa en Madrid durante siete meses y, en 1965, integra una embajada artística que recorre Estados Unidos durante dos años y visita también todas las ciudades importantes de América Latina. En enero del mismo año viaja a Japón.

El lunfardo

Edmundo Rivero comenzó a interesarse por el lunfardo en su adolescencia, cuando su tío le enseñó las primeras palabras. Más tarde, en un aguantadero del barrio, aprendió el lunfardo más encriptado.

“No hay que confundir el “lunfardo” con el “reo”. El “reo” es el idioma del hombre de barrio, del orillero honrado, con el que nombra las cosas de su oficio, sus diversiones. El lunfardo es la jerga del lancero, del escruchante, del punguista, un idioma subyacente que se construye a base de metáforas, por traslaciones llenas de imaginación” (Edmundo Rivero).

Imagen «La epopeya del tango cantado» de Horacio Ferrer

El 6 de mayo de 1978 fue nombrado académico de número de la Academia Porteña del Lunfardo, en la que ocupó el sillón de Carlos Gardel.

El Viejo Almacén, su legado, el templo del tango

Edmundo Rivero fundó El Viejo Almacén el 9 de mayo de 1969, en la esquina de Balcarce e Independencia, en el barrio porteño de San Telmo. Una edificación colonial convertida en una de las más tradicionales tanguerías de Buenos Aires, considerada El templo del tango y declarada Sitio de Interés Cultural por el Concejo Deliberante en 1982. El nombre surge del tango Sentimiento gaucho, que menciona un viejo almacén de Paseo Colón.

Edmundo Rivero, Raúl Lavié y Alberto Marino en El Viejo Almacén. Imagen: El Viejo Almacén

Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Roberto Goyeneche, Ernesto Baffa y Leopoldo Federico, Mercedes Sosa, Raúl Lavié y artistas internacionales como Gina Lolobrígida y Rafaela Carrá pasaron por el mítico lugar.

El Viejo Almacén estuvo a punto de ser demolido en 1977. El escritor Ernesto Sábato fue uno de los notables que se opuso a esta decisión.

Edmundo Rivero falleció el 18 de enero de 1986, a los 75 años, a causa de una miocardiopatía.

Fuente: El Historiador / Stratta, I y García Brunelli, O. en «Borges y Piazzolla: un desencuentro por milonga».

Imagen Portada: DYN

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