A los a los 83 años, falleció Eva Paole. Fue la heredera de una fortuna del poderoso terrateniente Rufino Otero.

“Chacha”, como era conocida por muchos, murió en General Acha. Su caso trascendió los medios periodísticos de la provincia y de todo el país.

Luego de un largo y difícil proceso judicial, en el año 2012, “Chacha” recibió la confirmación por parte de la Justicia de que era heredera de una fortuna cercana a los 30 millones de dólares que Otero dejó al morir en 1983. En una entrevista con La Arena en el año 2009, relató que atravesó “diez años de mucho sufrimiento y dolor», en relación a la causa.

En esa entrevista, confesó que el amigo de uno de sus tres hijos varones había comentado que ella era hija extramatrimonial del millonario hacendado. Estos dichos, relató la mujer, no tardaron en confirmarse por parte de varios vecinos de la localidad.

A partir de allí, comenzó el litigio judicial que demandó una década, extenso proceso que fue acompañado por diversos sucesos, que alcanzaron la ilegalidad.

“No sé lo que haría”

Años antes de saber la confirmación de la herencia, “Chacha” afirmó a La Arena que su forma de ser no cambiaría en lo más mínimo. “No sé lo que haría con la plata, pero seguramente ayudaré a mis hijos y a mis nueve nietos”, agregó. En ese artículo periodístico, se describió como “una mujer humilde y trabajadora”.

Profanación

Al poco tiempo de que Eva Paole presentó la demanda por filiación ante el juzgado civil de Santa Rosa, en ese entonces a cargo de la doctora Noemí Iglesias de Orihuela, delincuentes nunca identificados por la justicia ingresaron al cementerio local y profanaron la tumba de Rufino Otero. El hecho instaló un manto de dudas sobre el caso, debido a que el cuerpo del acaudalado empresario fue extraído y cambiado por otro.

Aquí es, indicó Eva, donde cobró muchísima importancia el testimonio de «Cholo» Blanco -mano derecha de Omar Otero y sobrino de Rufino-, quien habría manifestado que el millonario hacendado le había confesado que «esa chica» era su hija extramatrimonial, refiriéndose a Paole.

Posteriormente, comenzaron a realizarse numerosas pruebas de ADN. Para ello, oportunamente se enviaron las muestras correspondientes al Primer Centro Argentino de Inmunogenética (Pricai) de la Fundación Favaloro en Buenos Aires. El análisis tuvo como objeto determinar si Eva era hija de Rufino Otero.

En un primer momento, se extrajeron muestras óseas del cadáver, que estaba en la tumba que supuestamente pertenecía a Rufino Otero, pero como era de esperar, dio negativo. Lo mismo se hizo con los cuerpos de la madre de «Chacha», como le dicen a Eva en el barrio y de los hermanos de Rufino -todos fallecidos- Alberto, Francisco y Ramón.

También se recogieron muestras de Ramón Otero Coya y Justina Portas de Otero, padres de Rufino. Pero solo las cotejadas con la madre del hacendado fueron las que arrojaron un altísimo grado de compatibilidad.

Trabas

A medida que la causa por filiación avanzaba, la justicia parecía que colocaba más trabas a Eva. Darío Sarasola, sobrino de la esposa de Rufino Otero y quien heredó toda su fortuna, tuvo una inhibición de sus bienes por parte de la justicia durante poco más de un año, pero la medida fue levantada.

Esta determinación permitió a Sarasola, aún en vida, que pudiese disponer nuevamente de sus bienes.

El único heredero de la fortuna de Rufino Otero fue Darío Sarasola, quien falleció el 9 de octubre de 2007 en Capital Federal, a raíz de una enfermedad terminal. El joven empresario recibió una herencia de unos 40 millones de dólares, ya que se presume que accedió a unas 50 mil hectáreas de campo, alrededor de trece inmuebles en General Acha, Capital Federal y en Miami (Estados Unidos), dos aviones, cinco mil cabezas de ganado y lujosas camionetas. Una semana antes de la muerte de Sarasola, se extrajo por tercera vez el ataúd de Rufino Otero.

El procedimiento tuvo lugar en el panteón de la familia Otero-Coya y se realizó por una resolución de la titular del Juzgado Civil 7 de Santa Rosa, Verónica Fantini, quien para el trámite libró un exhorto al Juzgado de Instrucción y Correccional 1 de turno en General Acha.

Para ese entonces, hubo transcendidos periodísticos que indicaban que la prueba de ADN podría definir si los restos mortales correspondían a Enrique Salvini, un trabajador de Toay, fallecido en 1989, en un accidente de tránsito en esa localidad. Especulaciones que finalmente no se confirmaron.

Fuente: La Arena

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