Megaoperativo policial contra el narcotráfico termina con más de 60 muertos en Río de Janeiro

Río de Janeiro amaneció este martes inmersa en un clima de guerra. Desde la madrugada, los complejos de favelas del norte de la ciudad se convirtieron en un campo de batalla entre las fuerzas de seguridad y el Comando Vermelho (CV), una de las organizaciones criminales más poderosas y antiguas de Brasil.

La megaoperación policial “Contención”, lanzada por el gobierno estadual, desplegó más de 30 vehículos blindados, helicópteros, drones de reconocimiento y cientos de agentes de las policías Militar y Civil con un objetivo: capturar a los principales jefes del CV en el área metropolitana.

Sin embargo, la respuesta del crimen organizado fue inédita. Según confirmó el secretario de Seguridad Pública, Víctor dos Santos, los efectivos fueron atacados con granadas arrojadas desde drones, una táctica nunca antes registrada en los conflictos urbanos de Río.

“Estamos frente a una nueva forma de enfrentamiento, con tecnología militar en manos del crimen organizado”, advirtió el funcionario en diálogo con Bom Dia Rio.

Los enfrentamientos se extendieron por las zonas de Penha, Maré, Alemão y Manguinhos, donde los residentes reportaron barricadas incendiadas, autobuses cruzados en las avenidas principales y suspensión total de clases y servicios de salud. En redes sociales circularon videos que mostraban ráfagas de disparos y columnas de humo negro elevándose sobre los cerros.

La Fiscalía de Río identificó como principal objetivo del operativo a “Doca”, considerado el líder del Comando Vermelho en el Complejo da Penha, una de las zonas de mayor control narco de la capital fluminense. También están en la lista de los más buscados Pedro Paulo Guedes (“Pedro Bala”), Carlos Costa Neves (“Gadernal”) y Washington César Braga da Silva (“Grandão”), todos con órdenes de captura vigentes por homicidio, narcotráfico y asociación criminal.

La ofensiva refleja un cambio profundo en la dinámica del crimen en Río. El uso de drones con capacidad ofensiva marca un salto tecnológico que preocupa a las autoridades y evidencia la militarización creciente del narcotráfico, que en los últimos años ha expandido su control territorial más allá de las favelas tradicionales.

“El Estado no puede actuar solo”, reconoció el gobierno de Río en un comunicado, mientras solicitaba apoyo al Ejecutivo federal para contener la crisis de seguridad.

En medio de la violencia, los habitantes de las comunidades viven nuevamente una jornada de miedo y encierro, atrapados entre el fuego cruzado y la incertidumbre. Las escuelas permanecen cerradas, los hospitales trabajan con personal reducido y los colectivos dejaron de circular por las zonas de riesgo.

Para muchos cariocas, el panorama revive los peores recuerdos de los operativos de los años 2000, cuando las incursiones policiales en las favelas terminaban con altas cifras de muertos y denuncias por abusos. Hoy, con el avance tecnológico del crimen y la fragilidad institucional, Río parece revivir —con nuevos protagonistas— su vieja guerra urbana.

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