Triple femicidio: “Dos de las chicas le robaron 30 kilos de cocaína a Sotacuro”, reveló Celeste Guerrero

El caso del triple femicidio de Florencio Varela sumó en las últimas horas un capítulo tan revelador como macabro. Celeste Magalí González Guerrero, una de las detenidas y propietaria de la vivienda donde fueron hallados los cuerpos, declaró nuevamente ante el fiscal Carlos Arribas y ofreció detalles que, de confirmarse, podrían cambiar el rumbo de la investigación.

La mujer —conocida como “la dueña de la casa del horror”— confesó que el motivo de los asesinatos fue un ajuste de cuentas por el robo de 30 kilos de cocaína pertenecientes a un hombre al que identificó como Víctor “el Duro” Sotacuro, también detenido. Según su relato, una de las víctimas, Brenda del Castillo, habría sido señalada como participante en ese robo.

“Les robaron 30 kilos de cocaína al Duro”, dijo ante el fiscal.

“Miguel lo hizo gratis eso, lo de matar a las chicas, porque no le dieron nada. Matías me contó que a Julio (‘Pequeño J’) alguien, que no sé quiénes, le pagó un millón de dólares por lo que hicieron”.

La declaración, a la que accedió el medio Infobae, expone una estructura criminal jerárquica dentro de la banda: Sotacuro estaría en la cúspide, dando órdenes a Tony Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, mientras que Miguel Villanueva —pareja de González Guerrero— ocuparía un lugar subordinado, encargado de ejecutar los mandatos de “J”.

Según la detenida, Villanueva “no recibió dinero por participar” en los asesinatos, pero “Pequeño J sí fue recompensado con una suma millonaria”.

Por su parte, también reconstruyó lo que vio la noche del crimen. Dijo que, tras haber salido a vender droga, regresó a su casa y encontró a Matías Ozorio y a otros dos hombres cavando un pozo en el fondo. Ese hueco, horas más tarde, se convertiría en la fosa donde enterraron los cuerpos de Brenda del Castillo (28), Morena Torres (25) y Lara Espinoza (27).

Según su relato, ella estaba presente cuando las tres víctimas llegaron a la vivienda a bordo de una Chevrolet Tracker blanca, acompañadas por Sotacuro, “Pequeño J” y un tercer hombre no identificado.

“Bajaron sonrientes, como engañadas, que venían a una fiesta”, contó la mujer, una frase que estremeció a los investigadores por su carga de frialdad.

Minutos después, las jóvenes fueron atacadas y asesinadas dentro de la vivienda. La policía halló sus cuerpos enterrados en el patio y restos de sangre y cocaína en distintos sectores del inmueble.

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